Goya
Goya es otro de los más grandes genios de la pintura universal. Por sí solo llena uno de los capítulos más gloriosos de la historia del arte. Vivió entre 1746 y 1828. En Goya confluyen el presente, el pasado y el futuro de la pintura, lo que hace de él un pintor genial. Además, vive un siglo que se transforma radicalmente, del Antiguo Régimen al Estado liberal. Vive una guerra y una revolución.
La personalidad de Goya y su genialidad le sitúan fuera de las corrientes artísticas dominantes en el momento. Ni el neoclasicismo ni el romanticismo dejan huella en su arte, a pesar de conocer a algunos de sus más destacados representantes, como Mengs, que trabaja en España. Su época es la misma en la que triunfan David, Tiépolo, Courbet, Ingres, el arte didáctico, los temas mitológicos, la figuración, etc. Y la serenidad redescubierta del Renacimiento.
Pero Goya pinta ajeno a las corrientes de moda y anuncia, con su arte, el impresionismo, el expresionismo, el surrealismo y la casi totalidad de las vanguardias históricas que se desarrollarán en los primeros años del siglo XX.
Su vida es larga e intensa. Está marcada por la experiencia de la guerra de Independencia, la ideología liberal y el trabajar al servicio del rey. Tradicionalmente se distinguen dos etapas en el arte de Goya, marcadas por el conocimiento y la asunción del racionalismo y la ideología liberal, hacia 1792. Goya hace una crítica racional de su tiempo. Pinta para él mismo, sin necesidad de encargo, lo que constituye una actitud nueva para el artista. Las críticas a la sociedad de su tiempo tienen su máxima expresión en las pinturas negras de la quinta del Sordo.
El color alcanza en Goya un concepto nuevo. El color se valora por sí mismo, es un elemento expresivo fundamental del cuadro. Esta concepción del color se manifiesta, sobre todo, en sus pinturas murales, desde San Antonio de la Florida a la quinta del Sordo.
Su dibujo no es detallado y preciosista, como está de moda en su tiempo, sino abocetado, llegando incluso a dejar parte del cuadro sin cubrir. Su pincelada es un gran movimiento, un gran trazo de pincel que es dado con una técnica nerviosa y fogosa, a golpe de inspiración y donde queda marcada su personalidad, su psicología y su expresividad genial.
Vida y obra
Francisco de Goya y Lucientes nace en 1746 en Fuendetodos, provincia de Zaragoza. Recibe una educación humanista. Estudia en la academia de Luján y en la escuela taller de José Ramírez. De Luján aprenderá la técnica del dibujo y el sentido compositivo, aunque no deja huella en su arte. Sí fue decisivo su aprendizaje con Francisco Bayeu, en cuyo taller entró en 1763, cuando llegó a Madrid.
En 1763 hace su primer viaje a Madrid, que no sería muy fructífero. Se presentó al concurso para ingresar en la Academia de San Fernando, pero fue rechazado. Sin embargo, su propósito era obtener una beca para viajar a Italia. En 1766 vuelve a Madrid y se vuelve a presentar al concurso. Se queda en Madrid hasta 1770 y se dedica a copiar cuadros en el Museo del Prado, con lo que conoce la gran pintura, entre ella la de Velázquez.
Goya viajará a Italia por sus propios medios, en 1770. Aprenderá la técnica del fresco y admirará las grandes obras que guarda Roma. Aunque en estos momentos Roma ya no es el centro de la vanguardia artística, sino París. Concursa a la Academia de Parma y obtiene el segundo premio con el cuadro, desaparecido, El paso de Aníbal a través de los Alpes. En 1771 regresa a Zaragoza. Para entonces ya a adquirido cierto prestigio. Se presenta al concurso para pintar unos frescos en la capilla del Pilar; que ganará, y pintará el coreto de la capilla del Pilar. Utiliza en ella tonalidades ocres y ciertas convenciones barrocas e italianizantes, sobre todo en el tema. Sin embargo, ya revela parte de su genio. Su pincelada es rápida, y dibuja con grandes manchas de color, abocetando las formas. Crea un juego de luces y sombras, y de líneas, que forman rasgos sintéticos y hasta expresionistas.
Pinta también, por encargo, la cartuja del Aula Dei. En esta obra abandona todo barroquismo y se caracteriza por la sobriedad representativa y una ejecución veloz y simple.
En 1772 vuelve a Madrid y pinta su primer Autorretrato. En 1773 se casa con María Josefa de Bayeu, hija de su maestro de taller, siguiendo la tradición. Las influencias de su suegro, pintor de cámara, serán decisivas para su triunfo en Madrid y en la Corte.
En 1774 está asentado, definitivamente, en Madrid y entra en contacto con los liberales y los ilustrados de la época, como Jovellanos. Goya comienza a grabar obras de Velázquez. Por entonces los hombres más importantes de la pintura de la época estaban en Madrid, sobre todo Mengs, uno de los máximos representantes de neoclasicismo tanto por sus cuadros como por sus escritos.
En 1775 Goya entra a trabajar en la Real Fábrica de Tapices. De esta época queda una gran producción, unos 45 cartones para tapices. A ellos debe gran parte de su fama inicial. Sus cartones se caracterizan por un colorido brillante, los tipos sin gracia, sin drama, que parece que llevan máscaras, sin expresión, que ocultan una sutil crítica a la sociedad. Los tapices los compra la burguesía para decorar sus casas, por lo que los temas son intrascendentes y amables: el ocio de la burguesía. Con ellos, Goya se formó como pintor costumbrista.
En los cartones para tapices el paisaje comienza a ser protagonista, aunque es un paisaje humanizado: el paisaje de Madrid. Populismo y temas populares inundan sus cuadros como en La caza del jabalí, El pelele, La merienda, El baile a orillas del Manzanares, Majas y embozados, El cacharrero, La sombrilla, La vendimia y La gallina ciega, entre los cartones más célebres. No son cartones simples, tienen grandes dificultades técnicas para pasarlos a tapiz, por lo que algunos de ellos no se hicieron.
En 1780 ingresa, por fin, en la Academia de San Fernando. Su obra de ingreso es Cristo crucificado. Vuelve a Zaragoza para pintar en el Pilar la bóveda del templo con los frescos de la Regina Martyrum. En Madrid pinta los frescos de San Francisco el Grande.
En 1798 Goya pinta los frescos de San Antonio de la Florida, una obra de encargo. Utiliza en ella el trazo suelto, las manchas de color sin forma aparente. No precisa las figuras ya que desde abajo no se aprecian con nitidez. Esta técnica anuncia el impresionismo. Es de destacar sus soluciones formales como la barandilla, que coloca para organizar la escena.
En 1817 viaja por tercera vez a Andalucía donde pinta para la catedral de Sevilla el cuadro de Santa Justa y Rufina.
Los retratos y las pinturas de gabinete
En 1783 traba amistad con el infante don Luis de Borbón, al que retrata. En estos retratos ya demuestra que es capaz de captar toda la profundidad psicológica del personaje. Son sus primeros retratos.
Goya está considerado como uno de los grandes retratistas de la historia del arte. En 1783 pinta el retrato de Floridablanca, con un aire velazqueño. Este retrato le servirá de presentación como pintor de cámara. Retrata a Carlos III cazador y a Carlos IV, a los duques de Osuna, al banquero Cabarús, etc. Su técnica es aparentemente sencilla, pero muy eficaz. En 1786 es nombrado pintor del rey.
La técnica de Goya ha llegado ya a gran altura. Domina todos los elementos precisos para lograr una obra de arte: seguridad, espontaneidad en el dibujo, equilibrio en una composición sencilla y bien proporcionada, luz intensa y colorido brillante sabiamente distribuido. Goya utiliza el color para conseguir una atmósfera eliminando los elementos inútiles que quitan valor al asunto principal.
La serie de retratos reales culmina con La familia de Carlos IV en la que consigue un ambiente semejante a Las meninas de Velázquez.
En 1787 muere Carlos III y le sucede Carlos IV. Goya pintará sus retratos, y los últimos cartones. Pero desde 1793 comenzará a pintar cuadros sin necesidad de encargo, para sí mismo: las pinturas de gabinete.
En 1792 viaja a Andalucía y retrata a Sebastián Martínez. En este viaje cae enfermo y comienza a manifestarse su sordera. En 1793 regresa a Madrid y pinta algunos cuadros de gabinete, es decir, obras que proceden de su propia imaginación, al igual que los caprichos y las invenciones, y que no son de encargo. En estos cuadros es donde plasma sus reflexiones estéticas y su experiencia vital. Son cuadros de creación, que revelan una imaginación mortificada. Estos cuadros implican una concepción del artista totalmente contemporánea, tal y como hoy la conocemos. Entre estos cuadros están: El manicomio, la serie de corridas de toros, El entierro de la sardina, etc. Muestran un ambiente tenebroso, con pinceladas fuertes y visibles, hechas con varios instrumentos; además del pincel, la mano, la espátula, etc. Esta obra anuncia el expresionismo, y presentan un ambiente atormentado que contrasta con la serenidad neoclásica.
Pinta, también, las majas, La maja vestida y La maja desnuda, y numerosos retratos, en los que hace un estudio del cuerpo entero y el rostro. En los retratos se observa el tratamiento psicológico y del alma humana que hace Goya.
En 1808 comienza la guerra de la Independencia, que dejará una profunda huella en Goya, y le hará optar por un compromiso con la historia. Pinta el Dos de mayo o La carga de los mamelucos y el Tres de mayo o Los fusilamientos de la montaña del Príncipe Pío. En ellos plasma todo el horror de la guerra, y no la lucha del pueblo por la independencia.
Tras la restauración del absolutismo, con Fernando VII, Goya comenzará a tener problemas políticos, dado su compromiso con el liberalismo, aunque continúa trabajando en la Corte. En esta época realiza varios autorretratos.
Los grabados
Los grabados son, probablemente, lo más genial de su obra, sobre todo por su libertad. No son hechos por encargo, sino que son una manifestación de Goya como artista. En ellos se refleja la sociedad y el tiempo en el que vive. En sus grabados hay tanto realismo, como imaginación, como populismo.
Los primeros grabados fueron de las obras de Velázquez, en los que aún no domina la técnica. Es una etapa de preparación en la que también realiza dieciocho grabados de Carlos III.
Álbumes y caprichos
En 1796 realiza otro viaje por Andalucía, acompañando a la duquesa de Alba, a la que también retratará: Retrato de la duquesa de Alba. En este viaje hace, además, una serie de grabados que se recogen en varios álbumes.
El álbum A o de Sanlúcar: son grabados realizados con pincel y tinta, su técnica es muy simple y sus composiciones muy sintéticas, en las que dominan las escenografías. Los temas son escenas populares.
Entre 1796 y 1797 realiza en Madrid el álbum B: dedicado al cortejo y los amores, las brujas, los aquelarres, las caricaturas, al mundo onírico y a la sátira de la superstición de su tiempo. En definitiva, a la invención y a los caprichos.
Los caprichos son creaciones íntimas en las que se censuran los errores y los vicios humanos. Creaciones de un nuevo universo de formas y un inédito lenguaje pictórico. Son pura invención, en los que se muestra la cara obscura del Siglo de las Luces.
En 1806 comienza a pintar los tipos de su tiempo, y realiza El bandido que atraca a un fraile. Lo trata en tres escenas. Nos muestra el atraco, la persecución del bandido y la captura. Estas tres viñetas anuncian el cómic moderno.
Entre 1810 y 1823 crea la serie de Los desastres de la guerra, unos grabados en que se plasman todas las miserias y brutalidades de los hombres en guerra, y la represión tras ella.
Los disparates es la última serie de grabados recogidos en un álbum. Los realiza entre 1815 y 1824. Se caracterizan por su difícil interpretación. Algunos de los grabados no tienen título, lo que le emparenta con las vanguardias del siglo XX.
En 1816 realizará un álbum dedicado a la tauromaquia. Tratan un tema lúdico, gracias al cual conocemos el arte de la tauromaquia de la época.
En 1822 realiza el Álbum diario que en realidad se trata de dibujos a lápiz. Muchos de ellos son apuntes para sus cuadros.
Las pinturas negras
En 1819 Goya adquiere la quinta del Sordo y se traslada allí a vivir. Su enfermedad se agrava y su paleta se obscurece. En la quinta del Sordo realiza una serie de pinturas murales hechas para él mismo. Son pinturas que anuncian el expresionismo. Se caracterizan por la deformidad y las escenas terribles.
Quizá sea en estas pinturas donde el genio de Goya se exprese con mayor libertad. Es ya un pintor que domina totalmente el lenguaje y que ha tenido una vida turbulenta. En la quinta del Sordo pintó: La Leocadia, El Gran Cabrón, Dos viejos comiendo, Duelo a garrotazos, Saturno devorando a sus hijos y El perro, un sorprendente cuadro casi abstracto.
En 1823 entran en España los 100.000 Hijos de San Luis a restablecer el absolutismo monárquico. Con la excusa de ir a tomar unos baños, Goya se exilia en Francia. Esto le proporciona mayor tranquilidad, su paleta se aclara y pinta su último gran cuadro, La lechera de Burdeos, un auténtico manifiesto impresionista en el que colorea las sombras, y el retrato de Juan Bautista Muguiro. Murió en Burdeos el 16 de abril de 1928.
Goya ha sido uno de los más grandes genios de la pintura universal, en el que se dan cita gran parte de las tendencias pictóricas que se desarrollan en el siglo XX. Hoy en día se duda de la autoría del Coloso y La lechera de Burdeos.